jueves, 17 de febrero de 2011

A medida que pasaron los años ella nunca se percató que debía ser madre, que tendría a otros seres bajo su cuidado. A medida que pasaron los años ella se dejó embargar por algún sentimiento que aún no descifro cuál es. Ello la ha llevado a perder el control y a lograr que todos lo perdamos también. Las mañanas se habitan de tempranas llamadas telefónicas que despiertan a los que aun no tienen puertas hace ya varios meses. Esas llamadas son hirientes y abrumadoras. Los significados han perdido su correlación con los sonidos que emite su voz, todo es bulla e inmuta al alma, lo envuelve y lo estruja. Hace tres años esas llamadas amargan el aire de una casa que no sintió jamás el asco.

A medida que pasaron los años ella se sintió cada vez más sola y hoy me confiesa que a sus casi cincuenta y ocho años no ha logrado nada.


martes, 16 de marzo de 2010

conversaciones con un abogado

Se escuchó la melodia de desierto y con clint eastwood en la cabeza, contestó su celular. Ya estaba un poco harta de explicarle una y otra vez que no sabía cuándo saldría la dichosa sucesión de herederos. Y tampoco sabía como decirle, ni quería lo presiento, que ella no pensaba vender nada.

Ella colgó y el cielo ya era oscuro por completo, el tráfico estaba en su punto máximo y yo no quería caminar. Estaba muy calmada, caminamos en busca de un taxi algunas cuadras y me confesó que se quiso suicidar muchas veces, su sentido de vida estaba perdido en algún otro universo paralelo, pero en este claramente no se encontraba. Claro, salvo por esa caminata que compartía conmigo, y la papaya que me trae todos los dias al cuarto.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Ella ha ido por las calles calurosas donde el sol nunca desaparece. Se ha inmiscuido entre tantos invasores, tantos pero tantos que ya ni la reconocen. Ella está asustada allá, no ha podido dormir en la casa del señor Velasquéz, no ha podido disfrutar de las camas que Pinto tanto anhela.

Ahora está dando vueltas por una ciudad que dicen que es muy blanca. Ella y Amelia han dormido con telarañas y con muchos años encima. Esos días de recreo y de medias secas a la hora han terminado, son otros tiempos. Pero siguen con el mismo ánimo de siempre.

Si mirarás la vida, si mirarás los fotogramas que veo.

Ya no se sabe que seguirá, qué tren vendrá a recogernos o a qué estación nos llevará. Solo se por ahora, y no me gusta, que estaré con ella, asi como he estado estos dos dias desayunando papaya, desayunándola a ella.

sábado, 26 de diciembre de 2009

A Amelia se le van las plaquetas, dice que es por tantos viajes que ha hecho. Si supiera que yo queria ser como ella, viajar con una maleta y adentro con solo papel higiénico, un calzón y bueno, mucho celecoxib y toallas nocturnas.

Los años pasan bien rápido. Sin embargo, ese dia de verano que le contaba a él sobre ella, sobre sus gorros y yo sonreia y él también, cada vez es más lejano. Y me alegro por ello, en verdad me alegro. Qué bien que el tiempo pase, pero no en vano, sino que cada instante sea más significativo que el anterior. Buenos presentes he tenido, buenos en verdad.

Yo siento que la de siempre está un poco mejor, que las heridas van sanando de una mejor forma. Hacerla crecer en este momento es algo que me da satisfacción absoluta, me llena la emoción y la empacha. Es que me siento tanto hija como madre con ella, y a veces como ninguna de las dos, sino como compañera, aunque ella no lo entienda.

Y me da miedo, cada vez, un poco más.

domingo, 27 de septiembre de 2009

sodome et gomorrhe

la plataforma está más lejos que de costumbre, gracias al fin. sobre ella caen un montón de papelitos tornasoles, sobre las mejillas aún marcadas por la sonrisa. solo se detiene a dar brochazos, a dar vueltas sobre si, a no mirar atrás para no quedarse quieta, inmutada: convertida en piedra.

miércoles, 8 de abril de 2009


La cicatriz aun está rosada, nadie sabe si algún dia desenrrojecerá. Mientras, ella esculpe vasijas donde guarda su soledad hasta el dia en que se encuentre ella misma. Pretende ir a su ritmo, sin presiones, ni demoras. Y sonrió, por ella, por mi, y por todas las que ven esa cicatriz siempre en un futuro roja, porque no saben (y yo tampoco) que eventualmente una costra la cubrirá y la sanará.

domingo, 18 de enero de 2009

Volvió con los ojos llorosos, se arrepintió de todo y pidió disculpas. Llegó 2:30, como había dicho esa mañana. Y mientras salíamos, tocaba la puerta.
Contó sus problemas, explicó su desaparición inesperada y yo sentí lástima.
Desde su llamada me pareció rara su vuelta, no sentía alegría, ni pena. Me brotaron algunas lágrimas y pensé en todo lo que había llorado luego de su partida. El tiempo sí que cura todo, heridas, pisotadas, indiferencias, exilios de las vidas de muchos, y así continua. Ya no ocurría nada, dejé de extrañar en un momento que ni siquiera se manisfestó, yo no lo noté pero ocurrió en algun episodio de mi vida.
Su llegada llegó con la crudeza, esa crudeza que uno olvida mientras se enfoca en uno mismo. Esa crudeza que yo aprendí a verla y luego me enceguecí, como muchos lo hacen ahora. Me hizo recordar la indignación, brotó ese lado que empezaba a empolvarse. La crudeza de la realidad volvió a aproximarse.
No puedo llegar a manifestar todo lo que ocurrió ayer, todo lo que me pasó por la cabeza, por mis emociones, por mis crencias. Ni con los más rebuscados adjetivos se puede describir una escena como la de ayer. Vuelvo a recalcar, uno se olvida en el mundo que vive, de la gente que camina junto a ti en la calle, que camina contigo, la gente que te acompaña en el asiento del bus.
No se olviden, quien o quienes lean esto: la vida es cruda, nosotros tenemos herramientas, tenemos esto, con solo tener este tipo de acceso al mundo, tenemos algo. Recuerden que algunos no tienen nada, no solo piensenlo, sino sepanlo, concibanlo, de verdad reflexionen sobre ello.



A la inonencia que reina su ser.