martes, 16 de marzo de 2010

conversaciones con un abogado

Se escuchó la melodia de desierto y con clint eastwood en la cabeza, contestó su celular. Ya estaba un poco harta de explicarle una y otra vez que no sabía cuándo saldría la dichosa sucesión de herederos. Y tampoco sabía como decirle, ni quería lo presiento, que ella no pensaba vender nada.

Ella colgó y el cielo ya era oscuro por completo, el tráfico estaba en su punto máximo y yo no quería caminar. Estaba muy calmada, caminamos en busca de un taxi algunas cuadras y me confesó que se quiso suicidar muchas veces, su sentido de vida estaba perdido en algún otro universo paralelo, pero en este claramente no se encontraba. Claro, salvo por esa caminata que compartía conmigo, y la papaya que me trae todos los dias al cuarto.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Ella ha ido por las calles calurosas donde el sol nunca desaparece. Se ha inmiscuido entre tantos invasores, tantos pero tantos que ya ni la reconocen. Ella está asustada allá, no ha podido dormir en la casa del señor Velasquéz, no ha podido disfrutar de las camas que Pinto tanto anhela.

Ahora está dando vueltas por una ciudad que dicen que es muy blanca. Ella y Amelia han dormido con telarañas y con muchos años encima. Esos días de recreo y de medias secas a la hora han terminado, son otros tiempos. Pero siguen con el mismo ánimo de siempre.

Si mirarás la vida, si mirarás los fotogramas que veo.

Ya no se sabe que seguirá, qué tren vendrá a recogernos o a qué estación nos llevará. Solo se por ahora, y no me gusta, que estaré con ella, asi como he estado estos dos dias desayunando papaya, desayunándola a ella.